viernes, 30 de mayo de 2008

Para insultar, no hay mejor idioma que el castellano




Pancracio Celdrán recopiló en un libro los 10.000 mejores improperios. Además, resalta que los "más ingeniosos" provienen de Méjico y Argentina.


MADRID (EFE) -- ¿Le gustaría saber lo que significan voces como guarripanda, gandido, dondorondón, culichichi o viceberzas? La respuesta la da Pancracio Celdrán en El gran libro de los insultos , que contiene unos 10.000 improperios.
"La lengua española se caracteriza por la variedad y enjundia del léxico ofensivo y por su gracia y viveza. El insulto castellano es directo y rápido, audaz, como un tiro", afirma Celdrán.
Su nuevo libro ofrece insultos para todas las situaciones, desde los destinados a ladrones y maridos aparentemente engañados; chulos destemplados, soberbios montaraces, granujas disculpables o pobres hombres arrinconados por la vida, hasta los relacionados con la sexualidad, con el hambre o con los numerosos habitantes del reino de los tontos, pícaros, mentecatos, bobos y truhanes.
En el campo semántico de los tontos moran "Abundio y Pichote, Cardoso y el cojo Clavijo, Perico el de los Palotes, Panarra y Pipí, el tonto de Coria, el del Bote y el de Capirote". Tampoco falta el pobre al que se le ocurrió asar la manteca o "el tonto bolonio".
El gran libro de los insultos. Tesoro crítico, etimológico e histórico de los insultos españoles , tiene más de mil páginas y es la obra "definitiva" en este campo de Pancracio Celdrán Gomariz, autor, entre otros muchos títulos, de El libro de los elogios, Inventario general de insultos, Diccionario de frases y dichos populares o Hablar con corrección.
Hay insultos desconocidos por completo, como gandido , es decir, "muerto de hambre, desgraciado, hambriento y menesteroso que no tiene dónde caerse muerto".
En Canarias, culichichi se le dice al chismoso o a quien carece de importancia social. En Madrid se llamó culuchiche al cursi y también tuvo "el significado adicional de adulón y lamec...".
Viceberzas se empleaba en el siglo XIX para designar al secretario de un tonto o al que sirve a alguien más idiota que él. Ese término juega con el adverbio viceversa y es lo que Celdrán llama "un insulto de laboratorio".
Rodolfo Chikilicuatre no habrá ganado el concurso de Eurovisión, pero ha logrado dos cosas: que todo el mundo baile el chiki-chiki y que se haya puesto de moda la voz valenciana chiquilicuatre , un insulto que ya era corriente en el XVIII y que significa "zascandil, don nadie, pelanas".
"También se predica de quien es muy poquita cosa, menguado y raquítico. Chiquilicuatro, chipilicuatre y chiquilicuá son otras variantes".
La mayoría de las palabras ofensivas que se utilizan en España cobraron vigor propio en América. El gran libro de los insultos incluye algunos ejemplos (cusca, cojudo, gringo, guaje y guanajo , entre otros), pero sin ánimo de ser exhaustivos porque, como dice Celdrán, "sólo para Méjico se necesitaría otra obra como ésta".
"Méjico y Argentina son los más ingeniosos a la hora del insulto", afirma Celdrán, quien en su extenso prólogo incluye una disposición laboral distribuida entre los empleados de una multinacional en Argentina:
"No se utilizarán voces y expresiones tales como cara..; la pu.. m...; me da por el quinto for..' . No se tolerarán tratamientos como los de 'hijo de mil p...; guanaco; mal par...; es una mier..; es una bosta'. La falta de determinación no será descrita como 'falta de huevos; cag.. de mier..; pelo...; bol..'"..., etc. Está claro que en esa empresa cuidan el idioma.

Alternativa
La pobreza de vocabulario que afecta a un buen número de hispanohablantes queda patente también al insultar. En España se abusa de voces como gilipollas o hijo(de)pu.. . Por eso, y para no caer en "el insulto único", el humorista Forges propone en el prefacio del libro remozar la jerga, y con su habitual ingenio sugiere improperios como putiliendre, jilimuermo, tertuliano, polipu.., concejal de urbanismo, banquero, cabronoide, gorronáceo y pota'voz parlamentario.

El "spanglish", un idioma de amplio alcance
El escritor y catedrático mejicano Ilán Stavans considera que el spanglish , la mezcla de español e inglés que se habla en Estados Unidos, es un idioma "bastardo, prostituido y hermoso" que tiene un gran alcance en el campo de la política y en el de la publicidad.
Autor de varios ensayos acerca de los idiomas y catedrático de cultura latinoamericana en Amherst College (Massachussets), Stavans dio ayer una conferencia en la Casa de América de Madrid, donde se mostró convencido de que el español no debería enseñarse como idioma extranjero en Estados Unidos, "porque no lo es".
Aseguró que en la actualidad hay unos 45 millones de latinos en EEUU que practican en gran parte el "spanglish" porque la continua llegada de inmigrantes impide que se olviden del español.
"No importa lo alto que sea el muro que el presidente Bush quiera levantar en la frontera con Méjico. El español sobrevive", según Stavans.
Rechaza que la persistencia del español sea una prueba de la falta de integración de los latinos porque, en su opinión, los que llegan aprenden el inglés rápidamente, pero no pierden su idioma de origen.
Stavans discrepa de quienes piensa que el "spanglish" es la destrucción de inglés y español, sino que entiende que es "la gestación de algo único".

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